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  • Writer's pictureRini Hernandez

Fundamentalismo, no.

Updated: Apr 14, 2023


“Fundamentalismo, no. Apego a la doctrina de los Apóstoles” - en respuesta al Editorial de “Gramma”, en La Habana, Cuba el 15 de Diciembre de 2021.

“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” Hechos‬ ‭2:42‬.

“Amados, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.” Judas‬ ‭1:3-4‬

Allá por los años 90 del siglo pasado, Dios me dio el privilegio de ser Pastor en Cuba y ser testigo de un avivamiento espiritual que conmovió a toda la isla y multiplicó exponencialmente el número de personas que recibían a Cristo, decepcionadas del comunismo y de la mentira de las religiones afrocubanas.

Era un movimiento del Espíritu que nos llevó a profundas experiencias con Dios y a un compromiso renovado con nuestra fe, tal y como nos había sido dada, con apego a la autoridad de las Escrituras en toda cuestión de fe y conducta, principio que recibimos de los propulsores de la Reforma Protestante en la Europa del Siglo XVI.

Por esa época era yo Pastor, profesor de Seminario y tenía amistades que habían abrazado la Teología de la Liberación y su subproducto caribeño, la Teología en Revolución.

Dada mi preparación académica y la educación teológica de gran nivel que indiscutiblemente había yo recibido, y por la cuál siempre estaré sumamente agradecido, se esperaba que yo fuera un seguidor ciego de las ideas fidelistas y de esa especie de sincretismo diabólico entre teología y marxismo-leninismo.

Pero resultó que defraudé a muchos apologistas de la Revolución. No solamente no era fidelista, mucho menos Marxista-Leninista. No creía que la Revolución era el Reino de Dios en la tierra, que era necesario aplicar el análisis marxista de la economía, ni adoptar el materialismo histórico como principio para la interpretación de la historia, ni creía que la opción preferencial por los pobres era la única avenida para una interpretación contextual de las Escrituras.

En el mismo Seminario donde estudié recibí el bautismo con el Espíritu Santo con el don de lenguas y eso cambió mi espiritualidad y entendimiento de las Escrituras. Acepté que la Biblia es la Palabra dada por Dios a la humanidad para su salvación, redención y liberación, y la regla suficiente y necesaria en materia de fe y conducta.

Dios me hizo un cristiano metodista muy apegado a la teología Wesleyana, acepté el cuadrilátero Wesleyano como una útil herramienta para el análisis teológico de la realidad, y me convertí en “Homo Unius Libri”, como Wesley - el hombre de un solo libro.

Esto despertó la burla de muchos cristianos revolucionarios que decían de mi: “Pobrecito, tan inteligente y carismático”, o la otra frase: “Tan inteligente y fundamentalista.”

Según los proponentes de los postulados liberales en teología, “fundamentalismo” es toda corriente de pensamiento cristiano que enfatice en la centralidad de las Escrituras y su interpretación conforme a la exégesis y hermenéutica practicadas por siglos de historia en el estudio de las Escrituras.

Los teólogos liberales han rechazado la concepción virginal de Jesús, sus milagros de conforme son narrados en los 4 Evangelios, la resurrección de Jesús, su ascensión a los cielos y su Segunda Venida. No importa si lo dice la Biblia. Esas son las partes “descartables” de las Escrituras por obsoletas, culturalmente irrelevantes y socialmente excluyentes.

Si “fundamentalista” es todo aquella persona o institución que se apegue a la doctrina histórica de los apóstoles y a 21 siglos de interpretación bíblica, entonces que me cuenten cómo militante del glorioso partido fundamentalista.

Estaría feliz de llevar ese título, a no ser porque creo que no me pega. Los liberales usan “fundamentalismo” en un sentido peyorativo para referirse a los que ellos descalifican como “extremistas” porque todavía creen en la doctrina de la Creación, en el cruce del Mar Rojo (me enseñaban que el Mar Rojo era “un charquito”), en la columna de nube que guiaba al pueblo de Dios de día y la columna de fuego de noche, a los que creemos en el poder sobrenatural de Dios para cambiar nuestra historia personal y la historia de la humanidad, en el Dios que sana a los enfermos, libera a los endemoniados, restaura a los caídos y resucita a los muertos.

No, señores teólogos liberales y “periodistas” del Gramma. No somos fundamentalistas, porque no creemos en la interpretación literal de las Escrituras. No creemos que la Creación haya sido hecha necesariamente en 7 días de 24 horas. No creemos que hay que seguir practicando el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento. No creemos que Josué “paró” el sol porque el sol siempre ha estado parado. No menoscaben nuestra inteligencia, ni intenten el asesinato de nuestra reputación con el epíteto de “fundamentalistas”.

No despreciamos a ningún ser humano, porque Dios ama a todo lo que Él ha creado. No justificamos el odio, la violencia, el racismo, ni el sexismo ni la islamofobia. No nos crean tan retrógrados ni escuchen solamente los cantos de sirenas de sus “fidelísimos” cristianos revolucionarios.

Amamos a Dios y amamos al ser humano. Deseamos la transformación humana y la transformación de las sociedades, de todas las sociedades. Queremos plenos derechos para todos los seres humanos. Todos los derechos humanos para todos los hijos e hijas de Dios. Somos pacificadores y nunca estaremos a favor de la violencia, incluyendo “la violencia revolucionaria.”

Somos personas de bien, amantes de la paz en la relaciones interpersonales y las relaciones internacionales. Tenemos un compromiso con la justicia y la equidad para todas las personas, no sólo para aquellas que profesan determinada ideología o teología.

No podemos aceptar su ideología de género porque no la creemos consistente con la doctrina de los apóstoles, no porque odiemos a las personas que se identifican con un género diferente al de su nacimiento.

No aceptamos que los gobiernos se tomen la atribución de “teologizar políticamente” un tema. Ocúpense de proveer calidad de vida para los cubanos y cubanas, traten a todos los seres humanos con la misma dignidad con la que Dios los ha hecho sus hijas e hijos. Si se ocuparan más de la viga que está en su ojo, tendrían menos tiempo para ocuparse de la paja que está en el nuestro.

Tanto nos enseñaron que la religión era el opio de los pueblos y que Oparin había dado en el clavo en cuanto al origen de la vida y la evolución de las especies (cuando ya ni en la Unión Soviética se tomaba a Oparin en serio), que llegamos a creernos en la separación de la iglesia y el estado, y entendimos que “la moral socialista” no necesariamente estaba en consonancia con la moral evangélica.

Tantos cristianos y homosexuales metieron en la UMAP, los campos de concentración que copiaron del más retrógrado estalinismo, que llegamos a creernos que a los que ustedes rechazaban, nosotros como cristianos los podíamos consolar y animar. Si, porque hubo una época en que ustedes los odiaban, y los cristianos en la UMAP los protegían.

No todo lo que es culturalmente aceptable es necesariamente teológicamente ortodoxo, conforme a la historia de la interpretación bíblica en la iglesia cristiana por 21 siglos. Eso no nos hace sus enemigos. No tienen que editorializarnos en “Gramma” ni asesinar nuestra reputación con el uso peyorativo de la palabra “fundamentalista”.

Que el Dios de la vida y de la historia encuentre la oportunidad de transformar sus manipulaciones ideológicas y guiarlos a la verdad de Cristo, de las Escrituras. Que los Saulos puedan convertirse en Pablos, los gadarenos puedan volver a su sano juicio y los herodianos abracen la transformación pacífica de nuestras sociedades enfermas.


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